(Este es un trabajo realizado en conjunto con el artista Bloodum, quien aporta esta asombrosa imagen. Pueden visitarlo en Deviantart: http://bloodum.deviantart.com/ y Facebook: https://www.facebook.com/bloodum)
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Artista: Bloodum |
***
Y
una vez más allí estaba ella, con ese gesto mortal pintado en su rostro;
delineado con ese líquido rojo, glorioso y sanguinolento; que a su vez se
resbalaba por el resto de su pálido cuerpo.
Tan
caliente, tan húmeda; esa extraña sensación le recorría una vez más el cuerpo,
haciéndolo vibrar con el fuerte y delicado roce de sus dedos.
Parecía
que sus tiernos labios se comerían al mundo entero y que sus negros cabellos
atraparían a todo aquél que se cruzara en su camino.
Sí,
ella estaba perdida en su éxtasis ¡Qué imagen tan hermosa y tan cruel! Se había
convertido en el ser más temido y deseado.
¡Oh,
qué escenario tan macabro! ¿En qué momento esa tersa piel de miel se convirtió
en la guarida del pecado?
Tan
sensual, tan tétrica; aún no puedo sacar esa imagen de mi cabeza.
¡Oh,
si ella supiera!
¡Oh,
si ella supiera la diosa que era!
¡Oh,
diosa de la dicha y la condena!
Era
como si la reina de los infiernos hubiese ascendido al cielo.
***
Casi
sin poder caminar doy un paso más, me apoyo en la vieja pared pues estoy a
punto de caer.
¡Oh,
cómo intento evitarlo!
Sin
embargo no lo puedo evitar
Me
arrastro por la pared cual sombra oscura para finalmente caer. Mi piel desnuda,
cubierta solo por sudor y el glorioso carmesí.
¡Oh,
de verdad intenté evitarlo!
¿Son
estos mis fluidos?¿Son los de otro hombre?¿Son los de otra mujer?
Realmente
nada de eso importa ya.
Oh,
este maldito veneno; este dulce vino en el que mi cuerpo se encuentra envuelto.
No puedo evitar rasgar mi piel con el tacto de mis dedos.
Mis
labios, mi rostro, mis pechos; resbalosos por la incalculable cantidad del
exquisito líquido.
¿Mira
alguien cómo este maldito cuerpo se revuelca en su piel cubierta de veneno?
¿Mira
alguien cómo estas condenadas manos juegan con ese cuerpo; acariciándolo, apretándolo,
seduciéndose a sí mismo?
Me
pierdo en mi respiración agitada y me consagro en el placer de la condena. Los
más fieles testigos son los gritos
ahogados de mi garganta.
Mis
dedos, cada vez menos compasivos con la sensibilidad de mi cuerpo, se deleitan
más y más en la lujuria. Lascivia desatada por la vista sanguinolenta.
¡Siento
cómo mi alma se encuentra desecha!
Mis
gritos, más altos. Mis manos, más firmes.
Mis muslos, temblorosos. Mis gemidos, descontrolados.
¡Quien
pudiera agradecer placer tan inmenso al dueño de este veneno!
¡Juro
que intenté evitarlo!
¿Pero,
para qué impedir la naturaleza del pecado?
Por:
Louhi (MJRomero)
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